miércoles, 14 de febrero de 2018

Parroquia Nuestra Seńora del Perpetuo Socorro

Una iglesia patrimonial. La Parroquia Nuestra Seńora del Perpetuo Socorro, administrada por sacerdotes de la congregación Pequeńa Obra de la Divina Providencia, es uno de los templos más antiguos construidos en Los Ángeles e integra un listado de edificios patrimoniales considerados en el plano regulador de la ciudad. 

No es para menos, porque esta hermosa parroquia- declarada como tal en 1961, ya que nació como convento y santuario - tiene 106 ańos de vida. Su construcción fue iniciada por el padre domínico José María Ovalle en 1890 e inaugurada en 1895, junto con el convento adyacente, en el costado norponiente de la calles Colón con Orompello, extendiéndose por una cuadra casi completa. 

De 1905 a 1950, ambos recintos estuvieron a cargo de los padres redentoristas y en 1951 se hicieron cargo los primeros sacerdotes orionistas que en esa fecha llegaron a Los Angeles. Pertenecían a la congregación Pequeńa Obra de la Divina Providencia, fundada por el sacerdote italiano don Luis Orione. 

Ejemplo viviente de una arquitectura románica clásica, especialmente sus tres altares, la parroquia vivió el paso del tiempo y debió ser restaurada en la década del 80 sin que perdiera su carácter solemne de templo patrimonial. 

Aparte de sus tres altares, lámparas de fierro forjado y múltiples detalles de la estética románica, esta parroquia tiene dos hermosos patios interiores con cultivados jardines a cuyos costados se ubican las salas destinadas a las catequesis, los dos velatorios y lustrosos corredores de acceso. El primero de estos patios comunica también con la capilla donde se celebran las misas diarias de lunes a viernes y con el salón parroquial, centro de sus actividades con la comunidad. 

Esta iglesia, que se llamó en un principio Santuario de Fátima, pasó a llamarse Nuestra Seńora del Perpetuo Socorro porque hacia 1918 en ella se erigió un altar en honor a esta Virgen, en torno a la cual se formó una comunidad parroquial de gran entusiasmo y laboriosidad que se mantiene hasta nuestros días. 










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